miércoles, 27 de julio de 2011


Buenas tardes queridos lectores. Los que me conocen saben bien que hace... un par de días que rescaté tres gatitos de la calle; algo común en mi. La cosa es que por suerte hoy llevé a uno a San Miguel porque una chica quería adoptarlo, y me llevé a las dos hermanitas para que no se quedaran solas, cuando bajé del auto con la caja y tres gatitos dentro, la chica vino en busca a su pequeño felino, hablamos un poco de lo que le estaba dando de comer, y se fue. En eso, estábamos ya metiendo la caja cuando se acerca el señor de la verdulería preguntando si los regalábamos y le dijimos que sí. El señor, lamentablemente estaba buscando un nene, pero lo convencimos que si la castraba no iba a pasar nada. Y le chamuyamos un poco que las hembras eran mas cazadoras, por si habían ratas o algún otro animal por la verdulería. Aceptó bastante y se quedó una de las nenas.
En fin, el tema es que volví todo el camino con los ojos llorosos, no sólo porque los iba a extrañar, sino que me empecé a hacer la cabeza pensando que no los iban a cuidar (pero siempre me pasa, siempre me pongo en modo boluda, siempre pienso que nadie va a ser tan buen dueño como yo) pensaba en que se podían escapar, y miles de cosas más. Además empecé a flashiar duro con que la hermanita que quedó buscaba a sus hermanitos, y no los encontraba y ellos seguramente están igual y.... kjsdfbksdfd.#crisis.
Sí, tengo que dejar de hacerme la cabeza.

En fin.
Estoy feliz sacando ese momento de crisis mental, los rescaté de la calle. Cualquier persona que los tenga va a ser mejor que estén en la calle aguantando hambre, frío y todas sus consecuencias. Además, confío en las personas. Los van a cuidar, a menos que quieran despertar mi Ira. Y créanme, es peor que la ira de un Dios sin sacrificios.

Regalé dos, queda una. Pero mañana se va. Ya me confirmaron.
Tres gatitos con casa, rescatados de la calle.

Mission accomplished.