domingo, 28 de agosto de 2011

Un cuento de Invierno.


Buenas noches gente. Sí, basta dejen de mentirse a sí mismos y admitan de una puta vez que me extrañaron a más no poder.
Les cuento que estaba pasando una bonita estadía con las personas más insoportables en Bariloche. La verdad que hubiera amado hacer día por día lo que iba pasando, pero el internet estaba $8 la hora y no sé como entrar a blog desde mi celular, es más, creo que no se puede. En fin. Para eso esta Twitter que día a día iba a escribiendo las cosas más idiotas que fueron ocurriendo. Sinceramente, las cosas más raras ocurrieron en el micro, a la hora de la salida, eran las tres estábamos todos arriba y nuestros padres saludando como si nos fuéramos a la Guerra, la verdad me dio esa impresión, típica de esas películas en las que las madres despiden a sus hijos con pañuelos plancos y secando sus lágrimas con guantes de cuero. Subimos al colectivo, estuvimos jodiendo todo el viaje, hasta eso de las 2 de la mañana que nos dormimos todos como bebés, me conecté a mi música; al fin porque estuve escuchando todo el santo camino música asquerosa. Manowar: cada día te amo más.
En el micro había gente de Lanús que era bastante buena onda, jamás supe sus nombres, pero cada vez que los veía en los boliches les gritaba "¡Lanús!" - Quilmes. Me decían ellos.
Además de la comida y el dormir arriba de un sillón, que era asquerosa otra cosa que detesté de eso era... era... EL BAÑO. Gente: estaba todo meado, por la poca estabilidad, por el poco espacio y el olor a cadáver de mono que había ahí era impresionante. Para colmo, te ves al único espejo y querés abrir la ventana y tirarte por la misma, aunque esté un cartel que diga lo contrario.
Otra cosa que no podía faltar en este viaje, son los pedos. No sé que nos daban de comer, pero cada tanto venían unos olores a planta nuclear ilegal impresionantes, la verdad...me estaban asustando, no sé como no baje con tres ojos. Gracias a las rutas Argentinas, habían paradas, bajábamos y podíamos respirar aire de verdad, en una de ellas recuerdo que estaba tocando a un perrito (Común en mi) tenía hambre, y le di la mitad de mis Cerealitas, espero que se sienta importante, amo esas galletitas. Lo malo era que había que subir y sabíamos que nos tocaba un viaje de mierda a seguir, sobretodo de día, no podías dormir, nada. Íbamos en medio de la nada y había señal, cada tanto se veían pueblos zombies. En realidad, más que zombies creo que eran como los de la Casa de Cera, créanme tenían el mismo aspecto.
Viaje, viaje, montaña, nieve, nieve, pájaros, llanura, pasto, pasto, pasto etc. Llegamos a Bariloche, la verdad no lo podía creer, lo primero que hicimos todos fue mirar como idiotas el hotel, y no falta el pelotudo que le saca una foto (Presente) entramos al hotel, llegamos a la habitación y como pelotudas elegimos camas y empezamos a saltar en las mismas, abrimos las ventanas y fuimos a molestar a otras habitaciones. Nota: no faltó el molestar incansablemente con los teléfonos. "-Hola -PUTA" y seguir con normalidad. Tengo que decir que la vista era hermosa,  sabía que iba a ser triste abrir mi ventana y ver mi auto, la calle, y con suerte a mi gata.
El mismo día que llegamos, a la noche salimos a Cerebro, vi a Depredador sin rastas y con luces flasheras que bailaba, eso realmente no me lo esperaba jamás. Duré bastante ahí dentro, hasta que escuché las primeras canciones de cumbia, reggetón y similares donde me fui a la mierda. Me llevaba bien con la marcha y electrónica.
 El primer día que vi la nieve fue hermoso, había poco, fuimos a una cafetería y había un poco de nieve en el jardín, empezamos con las bolas de nieve y a matar gente. Obviamente, comí nieve y me saqué fotos en ella. Es hermosa. Me sentía en mi frizzer.
Las excursiones estuvieron realmente geniales tengo que decir que andar en culipatín fue una de las mejores cosas que hice en mi vida, me cagué de risa y me sentía profesional, sacando que se manejaba con un pene entre las piernas estuvo genial. Nada que ver con andar en skies lo cual lo encontré imposible, me cansé, me cago en la cuña, encima el instructor estaba pasado de drogas heladas, tiré los skies a la mierda y me senté a tirar bolas de nieve "Esto no es para mí, esto no es para mí, yo me voy a la piedras y me dedico al culipatín".
En las otras cosas a la tarde eran cosas de juegos y esas cosas, yo me quedaba con las pajeras de siempre que ya se sabe quienes son haciendo nada. Lo único bueno eran esos de pegarse y tirarse a la mierda, qué ganas de pegarle a Daniela que tenía. Eso era lo único que hacía, o tirarme a escuchar música por ahí o andar apapachando San Bernardos; apropósito: creo que estoy enamorada de esos perros, son un peluche gigante, son lo más lindo que hay.
Habían días que los coordinadores querían vernos llorar y nos habían charlas súper sentimentales. A una de ellas me quedé dormida; me desperté y estaban todos llorando. Mi cara fue terrible, no entendía nada, pero después me explicaron, aunque ya lo sospechaba. Fueron unas tardes hermosas.
Seguido a dichas actividades a la noche salíamos cual zombies sin ganas. (Bueno... esa era yo) Pasaron dos noches en la que nos salí, una porque estaba mareada y la otra porque no tenía ganas. Realmente fue hermoso quedarse durmiendo en la habitación. Igual... por culpa de eso... tuve que entonar una conversación con Linda Blair. No voy a decir más nada más que "ANDATE" "Esa no es mi chombita de Handball" (La golpea con un sueco). No voy a decir nada más que eso.
 En los últimos tres días se notaba terriblemente la diferencia con los recién llegados. No teníamos voz y no aguantábamos más. Por ejemplo mi única motivación de seguir despierta era de ir a comprar las cosas que quería. Un día fui al centro y apapaché a un cachorro de San Bernardo, no saben con la cara de feliz cumpleaños que regresé ese día. Era hermoso y la foto salía $20 lástima que ya me regresaba, pero logré sacarle una foto ilegalmente. Me la pasé buscando un salamín de Pumba por todo el centro (salamín de jabalí) para mi viejo, obviamente, hasta que lo encontré. En el camino me compre una camisa, la verdad nada que ver con Bariloche, pero era negra, con Animal Print y como tenía suficiente capital, me la compré, también prometí no comprar más gorros, pero me enamoré de uno, no pude decirle que no. Ya verán fotos.

 Siento que este post no está teniendo mucho sentido, quiero decir muchas cosas y no me alcanzan ni las ganas, ni la memoria ni los dedos. 

PERO... Algo que sí me acuerdo porque fue hace poco, realmente, es en el viaje de regreso que me sentía que estaba en un colectivo de traslado para gente de la 3ra edad, yo estaba más o menos adelante y escuchaba literalmente: "tocidos, ronquidos, gente quejándose porque la calefacción estaba muy alta, que abran la ventana, que prendan la calefacción, que tenían calor, que cierren la ventana, que se callen, que no se paren más, empujones, más toces, que hacía calor, me siento mal, que prendan la tele, que se callen, que apaguen la tele, quiero comer, abran la ventana, quiero mear, apaguen las luces, quiero bajar, tocidos, prendan las luces ETC" Era un geriátrico eso. (¿Se dice tocidos?)
Llegar a mi casa, bañarme sin esa agua hirviendo de mierda fue hermoso, tirarme en la cama en mi hermosa cama fue: HERMOSO. Abrir la ventana y ver mi auto no, eso lo odié. No abrazo más San Bernardos, abrazo a mi perra pequeña y a mis gatos. Me conformo.

La verdad, puedo decir miles de cosas del viaje de egresados, MILES de cosas realmente. Pero me basta con mencionar que fueron 10 días únicos, con gente que adoro, con momentos únicos, con frases que  nos van a marcar por siempre y anécdotas para toda la vida.

PD: Me la pasé comiendo pan, queso, milanesas de soja, puré, omelet, arroz, flan,ensalada y FIDEOS. Estoy asqueada de dichas comidas,