miércoles, 6 de septiembre de 2017

En un momento de mi vida el cual ya no recuerdo, a mitad de año, me encantaba hablar de lo rápido que había pasado el año y de lo genial que marcha todo y de que no hice nada de lo que me había propuesto a principio de año y demás, este año realmente estuve a punto de hacerlo pero después recordé que mi 2017 va bastante diferente de lo que fue el puto del 2016 entonces lo postergué. Hoy me acordé de ese pensamiento y supe que hoy tocaba hacer esa reflexión.
En lo que va del año todo marcha perfecto, tan perfecto que hasta me preocupa. Viajé, conocí gente increíble, en especial un muchachito que robó mi corazón y otras ñoñadas las cuales no voy a seguir porque... no. Como sabrán, no estoy acostumbrada a que me salgan las cosas bien, siempre tiende a ser todo una mierda en algún punto ya es realmente desesperante que aun no haya pasado; lo que me da el pie a decir ¿Por qué sigo esperando lo peor? ¿Por qué me cuesta tanto ser feliz con lo que tengo? Todo el tiempo estoy desconfiando hasta de mi misma sombra en vez de concentrarme en las cosas copadas que me están pasando pero no, hay algo presente, una toxina, algo súper mierda siempre se presenta que no me deja avanzar en un montón de cosas de mi vida. Supongo que es bueno que ya las haya reconocido, de a poco siento que voy  mejorando pero no entiendo por qué tengo un cerebro tan terrorista. Porque realmente es eso, es un terrorista, un saboteador a mi sistema nervioso.

Ahora que lo releo, noto que este post es medio una mierda. Sólo remarco que mi vida está siendo copada por una vez por todas pero soy una idiota que ama la negatividad.

Ya perdí la chispa, lo siento.