martes, 10 de abril de 2012


Primero, pensé que este post iba a ser mucho más dramático y no sé si hasta triste. ¿Por qué? Mi gato, el más grande de todos, el felino de aproximadamente 17 años estaba mal, no está castrado porque a mi casa llegó ya bastante adulto. Entonces, como todo animalito sin castrar, pasa sus días buscando gatitas. (Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia) En fin, se lastimó en algún lugar y empezó a sangrar y estaba todo hinchado, pensé que se me iba al otro lado sinceramente.
Al día siguiente, que lo iba a llevar al veterinario... ¿Qué pasa? Desaparece mi gato. Lo busqué por toda mi casa, por la casa del fondo, arriba, abajo, fui a la casa de la vecina porque sé que a veces va a allá. En fin, mi gato no estaba por ningún puto lugar.
Siendo sincera, pensé lo peor. Porque realmente estaba muy mal de la herida y podía infectarse aún mas y aumentar el riesgo de salud.
Hoy... apareció Pepe, mi gato. (No se burlen del nombre, no se lo puse yo ni ningún miembro de mi familia) ¡Apareció mi gato! Mejor que nunca, recuperado y como nuevo. No entiendo cómo es que hace ese animal. Ya es como la tercera vez que está al borde de la muerte y que se espera lo peor para él, pero siempre aparece mejor. No sé. Este animal debe de tebe algún pacto, le voy a dar una guitarra a ver como toca. Ya saben, corroborar sospechosos pactos con el Diablo. Pero... mejor idea es bañarme en su sangre para tener la inmortalidad y así poder hacer la cantidad de cosas inútiles que tengo pensado hacer. Como criar un caballo, alterarlo genéticamente, y hacerlo un unicornio. Aunque es posible que me quede con alas de mosca.