lunes, 22 de octubre de 2012
Buenas noches. Buenas húmedas noches (sin mal pensar, por favor).
Sé que estoy colgando con mi blog, siempre lo digo pero es que sinceramente no pasa nada interesante en mi vida.
Prometo que esta semana va a ser un poco más movida la historia acá. (Anticipo de que cosas geniales van a ocurrir en esta semana).
En fin.
De los creadores de "Por qué hacer la cama si mañana la vuelvo a desacomodar" hoy presento:
"Por qué bañarme si al salir me mojo de nuevo".
Creo que no hay mucha explicación que dar. Nunca me quejo de la lluvia, al contrario. La encuentro muy productiva, siempre que me quedo en casa, me pongo a hacer cosas productivas. Como ordenar el cuarto. Es porque tardo demasiado, pero bueno, no tengo ningún lugar a donde ir. Más allá de todas las ventajas que pueda traer la lluvia en mi vida, tiene algo que juega demasiado en contra: Aumenta a niveles subnormales mis ganas de "no bañarme".
Me despierto (Me tengo que bañar) Llueve.
¿Qué se supone que debo hacer? Si salgo con el pelo mojado, y lo mojo más, cuando vuelvo me tengo que volver a bañar y así en un círculo vicioso sin fin.
No descarto la idea de salir con los elementos básicos de limpieza por la vida y cuando vea la oportunidad me baño en la vía pública.
Lluvia: Jamás me quejo y no soy de esas que dice "está lloviendo". Simplemente me complicas mi ciclo de higiene.